Llega diciembre, y con él, una mezcla de emociones: alegría, nostalgia, cansancio, ilusión… Es un mes donde el ritmo externo se acelera, pero internamente algo nos invita a detenernos, mirar atrás y hacer balance del año vivido.
El cierre de ciclo emocional
Cerramos etapas cada año, pero pocas veces lo hacemos de manera consciente.
Diciembre nos ofrece la oportunidad de revisar lo que aprendimos, lo que soltamos y lo que queremos seguir cultivando.
No se trata de evaluar el año desde la exigencia, sino desde la comprensión: reconocer los esfuerzos, los avances y también los momentos difíciles que supimos atravesar.
Entre la celebración y la introspección
Las fiestas suelen traer alegría, pero también pueden despertar tristeza, soledad o presión social.
Permítete sentir sin juzgar. No todos los diciembres se viven igual, y eso está bien.
Honrar tus emociones —sean cuales sean— es una forma profunda de autocuidado.
Prácticas para cerrar el año con serenidad
- Escribe un agradecimiento personal. No solo por lo que salió bien, sino por todo lo que te enseñó.
- Despide lo que ya no te acompaña. Personas, hábitos o pensamientos que cumplieron su ciclo.
- Haz una pausa digital. Regálate momentos sin pantallas para reconectar contigo.
- Define una intención para el nuevo año. Más que metas, elige una palabra que te inspire: calma, expansión, autenticidad…
Reflexión final
Diciembre no solo marca el final de un calendario, sino un nuevo comienzo interno.
Cerrar con gratitud es abrir espacio para recibir lo nuevo desde la paz y no desde la prisa.
Recuerda: no necesitas tenerlo todo resuelto, solo estar presente y consciente en el camino.


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