El poder de nuestro diálogo interno

Para muchos de nosotros, especialmente quienes lidiamos con ansiedad o baja autoestima, nuestro diálogo interno puede ser sorprendentemente duro y crítico. Nos decimos cosas que jamás le diríamos a un amigo: «Eres un desastre», «Nada te sale bien», «Cualquiera lo haría mejor que tú».

Este monólogo negativo no es solo doloroso, sino que actúa como una profecía autocumplida. Cuando nos convencemos de que no somos capaces, nuestro cerebro busca evidencias que confirmen esta creencia, ignorando nuestros logros y amplificando nuestros tropiezos.

La buena noticia es que podemos aprender a hablar con nosotros mismos de una manera más compasiva. No se trata de forzar un optimismo artificial, sino de desarrollar una voz interior más equilibrada y realista. Por ejemplo, ante un error, en lugar de «Soy un fracaso», podemos decirnos «Cometí un error, como todos, y puedo aprender de él».

Un ejercicio útil es imaginarnos que le hablamos a un amigo querido que está pasando por nuestra situación. ¿Qué palabras de aliento le diríamos? ¿Qué consejos le daríamos? Esa misma amabilidad y comprensión la merecemos nosotros mismos.

Cambiar nuestro diálogo interno requiere práctica y paciencia. Es normal que la voz crítica aparezca, especialmente en momentos de estrés. Lo importante es reconocerla y, poco a poco, ir construyendo una relación más saludable con nosotros mismos. Tú decides cómo te hablas. Después de todo, somos la única persona con la que conversaremos durante toda nuestra vida.



Deja un comentario